Todos dicen odiar la mentira, pero se ofenden con la verdad. El gran dilema.
Esto no es un fenómeno reciente, pero se ha intensificado con las redes sociales, donde cualquier persona puede hacer pública su opinión y volverse viral.
Casi todos experimentamos esto; afirmamos que deseamos la verdad, pero cuando se nos revela, nos sentimos atacados y reaccionamos agresivamente. Por eso, dudo que la mentira deje de ser una herramienta necesaria para la convivencia medianamente sana.
Para algunos, es preferible vivir en el engaño que enfrentarse a la verdad y perder las ganas de vivir.